27.5.05


L5DV - Frases hechas


¿Son ciertas? ¿Te identificas con ellas? ¿Qué significan para ti?

1) Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.
La palabra “espantoso” me parece excesiva. A mí no me parece mal que hablen de mí, siempre y cuando sea con conocimiento de causa, sin inventar, criticar -en el mal sentido de la palabra- y/o prejuzgar. Claro que si no hablasen, tampoco me importaría, entendiendo que la afirmación se refiere a la gente en general, y no a las personas cercanas a mí. Siempre me he considerado una persona de las que pasan desapercibidas. No soy de esas que llaman la atención, por lo que son, por cómo son o por lo que hacen. Así que estoy acostumbrada a que no se hable de mí (al menos que yo sepa). Estoy a gusto en mi posición, desde donde puedo observar el mundo sin ser observada.

2) Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.
Me gusta el silencio, siempre que no sea incómodo. Pero unas palabras bien dichas tampoco hacen daño a nadie.

3) El más difícil no es el primer beso, sino el último.
Hace poco pensaba en cómo será mi primer beso. No el primero de todos, está claro. El primero con él. Pero hasta ahora no se me había ocurrido pensar en el último. No me gustan las despedidas (aunque todavía me gusta menos no poder despedirme). ¿Cómo voy a separar mis labios de los suyos sabiendo que no volverán a encontrarse en mucho tiempo? No sé cómo será el primero. Tal vez tímido, tal vez espontáneo. Pero sin duda el último será el más difícil.

4) Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.
Tiene bastante sentido, aunque no creo que sea una verdad absoluta. Una persona puede estar educada de la mejor forma posible, y la probabilidad de que alguna de sus acciones merezca castigo se reducirá considerablemente. Pero creo que en unas circunstancias determinadas, o en una situación extrema, siempre hay un riesgo de que aflore su yo más instintivo e irracional.

5) Prefiero morir de pie, a vivir arrodillado.
Yo prefiero vivir de pie. Tengo miedo a la muerte, mucho miedo, no me importa reconocerlo. A lo mejor es porque no he sufrido tanto como para saber qué es vivir arrodillada, no he vivido en una situación en la que hubiese preferido morir. Por eso ahora mi opinión es que no quiero morir, ni de pie ni haciendo el pino.