16.9.05


Y yo que creía que estas cosas sólo pasaban en la tele...


Suena el portero automático. Qué raro, quién será a estas horas. Papá contesta.
- ¿Está Sara?
- Sí, ¿quién eres?- cómo odio que pregunte quién es cuando estoy en casa. ¿Por qué cuando no estoy no pregunta?
- Un amigo de los campamentos del 98 en el Moncayo.
- Un momento.

¿¿¿De los campamentos??? Esto si que es extraño...

- ¿Quién es?
- Soy Miguel. ¿Te acuerdas de mí?
- Sí...- no puede ser.
- ¿Bajas?
- Enseguida bajo, entra en el portal.


Conocí a Miguel en unos campamentos, en el verano del 98. Yo me había hecho muy amiga de Samuel, uno de los chicos de su tienda. Silvia, Sonia, Samuel y yo. Inseparables en todas las excursiones y actividades. Días más tarde acabé yendo como una más con los amigos de Samuel, entre los que estaba Miguel. Y durante la segunda semana comenzamos a salir. Bueno... "salir". Yo nunca antes había salido con un chico, y aquella relación era de lo más inocente del mundo, ni siquiera llegamos a besarnos en los labios una sola vez. Cuando terminó el campamento nos escribimos un par de cartas y nos llamamos un par de veces (por aquella época nada de mensajes ni emails). Quedamos otras tantas. Y de repente, un día correos me devuelve una carta diciéndome que ha cambiado de dirección. Desapareció. No me dolió el hecho de perderle como "novio", porque yo quería dejar aquéllo que no era una relación en condiciones. No a los 13 años. Me dolió que se fuera sin decir nada. Y perderlo como amigo, eso sí.

Al cabo de un año o dos me llamó por teléfono. Me dijo que se había ido a vivir a Castellón. Yo creo que estuve un poquito borde. No porque estuviese enfadada, sino más bien porque me pilló absolutamente de sorpresa y me sentía muy incómoda. No le pedí teléfono ni dirección. Ni siquiera se me ocurrió. Al poco tiempo, al instalarnos en casa el cable nos cambiaron el número de teléfono, así que ahora tampoco él tenía el mío. De vez en cuando, cada mucho tiempo, quedaba con Samuel y compañía, y alguna vez comentaban algo de él, pero más bien poco. Así perdimos el contacto por segunda vez. Hasta hace un par de meses.

Apareció en la puerta de mi casa, a las 11.30 de la noche. Yo estaba en pijama, estudiando para el examen del día siguiente. Me cambié y bajé, un poco nerviosa y sin poder creermelo. Estuvimos charlando un rato. Me contó que había vuelto a Zaragoza, y que llevaba días pensando en venir a verme, como ya no tenia mi número... Y que venía con la idea de que no quisiera bajar, pero Samuel le había dicho que estaba seguro de que me alegraría verle. Y de hecho así fue. Aunque aún no me lo podía creer, era tan "de película"... Me sorprendió mucho que después de 7 años se tomase tanto interés en volver a verme. La gente "normal" sólo haría algo así por alguien que le importase. ¿Tanto le marqué en unos pocos días? Reconozco que me hizo sentir importante. Nos dimos los números para quedar algún día a tomar algo.

Y hoy ha sido ese día. Lo he pasado bien, hemos recordado buenos momentos y hemos hablado de lo que hemos hecho desde entonces. Me he sentido como si no hubiera pasado el tiempo, además él no ha cambiado nada. Iba a venir Samuel también, pero ha llamado por teléfono diciendo que le ha surgido un imprevisto en el trabajo y no podía venir. Al menos he hablado con él un ratito. También me ha hecho ilusión, le tenía mucho cariño. La semana que viene quedaremos los tres, tal vez se apunte alguno más (ojalá).

¿No es bonito recuperar viejas amistades?